Cómo actuar en la diarrea, provocada por una gastroenteritis vírica

En el anterior post hablábamos de los vómitos que se pueden presentar en un cuadró vírico de gastreoenteritis. El cuadro vírico puede empezar con vómitos para seguir con diarreas, más o menos abundantes y frecuentes. ¿Quieres saber cómo actuar en estos casos, desde una perspectiva más natural?

El vómito y la diarrea son la expresión de nuestro mecanismo de adaptación y regulación biológica, donde a través de la excreción, el cuerpo se detoxifica, drena y se ‘limpia’. Estamos hablando de los emuntorios, ¿qué es eso? Son aquellos órganos y sistemas encargados de expulsar y drenar al exterior sustancias y tóxicos del cuerpo. Conoceréis a los 5 fantásticos! La piel (sudor), riñón (orina), hígado (bilis), pulmón (monóxido de carbono) e intestinos (heces).

En una gastroenteritis, la mucosa de los intestinos está inflamada e irritada, se arrastra más agua a la luz de los intestinos y se modifica por tanto el volumen y consistencia de las heces. Es habitual que al principio la cantidad, volumen y frecuencia de las deposiciones sea más alta. Sabemos que es un cuadro molesto, y más si se acompaña de pinchazos y molestias abdominales.

El número de deposiciones es variable y la gravedad está relacionada con la edad y con el volumen de excreción. Cuanto más pequeño es el lactante, más atención se le debe de prestar. La preocupación está en la deshidratación. Un cuadro de diarrea habitual puede provocar de 5 a 7 deposiciones al día, algunas más abundantes que otras. Cuando se superan las 8 veces al día, hablaríamos de una diarrea intensa (dependerá de la cantidad). En ambos casos es importante la hidratación y la aportación de iones minerales. En el post anterior, hablamos de cómo preparar un suero fisiológico. Iremos hidratando en pequeñas cantidades y de forma frecuente.

Observaremos lo que llamamos signos de deshidratación, sequedad en las mucosas (labios secos y pegajosos), ausencia de lágrimas al llorar, vemos menos pipis, ojos apagados y como si estuvieran hundidos, somnolencia, estopor y quizás mareo. En algunos casos, especialmente en los lactantes pequeños, se requiere asistencia sanitaria para aplicar un suero intravenoso. En la mayoría de casos no se observan estos síntomas agudos, lo más habitual es la irritabilidad y cierto malestar.

Si existe fiebre y ésta se prolonga varios días, junto con el cuadro de diarrea, se deberá consultar al pediatra para descartar que no estemos ante una gastroenteritis bacteriana, que quizás requiera de un tratamiento antibiótico específico u otra estrategia.

 

Os presento algunas medidas que podemos tener en cuenta para acompañar el proceso y modular los síntomas:

  1. Los primeros dos días, que suelen ser lo más intensos, vamos a cuidar la dieta. Normalmente el cuerpo de forma espontánea solicita un ‘ayuno terapéutico’. Respetaremos si en esas 24 o 48h iniciales el niño/niña no quiere comer sólido. ¡Es raro que rechacen el pecho! Si son lactantes, lo habitual es que dejen de comer sólido e intensifiquen las tomas de pecho, adelante!
  2. Es muy importante la hidratación y aportación de iones minerales. Utilizaremos el suero, pequeñas cantidades y de forma frecuente. En algunos casos no es necesario porque toman teta con regularidad o porque toman líquidos sin problemas. Le ofreceremos agua, caldos, sopas, zumos o infusiones
  3. Podemos establecer en esas primeras 24 o 48h una dieta blanda astringente, con arroz, zanahoria, manzana, plátano, patata, yuca o membrillo. Pasado este periodo, cuando el apetito se instaura se puede ir recuperando la dieta habitual, evitando algunos alimentos más ácidos o fuertes (naranjas, tomate, cacao, salsas, etc)
  4. Os recomiendo la siguiente infusión, tomillo, frutos de escaramujo (limpios de semillas y pelitos que tienen dentro el fruto), llantén, hojas de zarzamora y una semillitas de anís verde o comino (para los más pequeños). Pueden tomar pequeñas cantidades a lo largo del día. Es una infusión con acción antiséptica, andiarreica, protectora de la mucosa intestinal y antiinflamatoria.
  5. Tomar Kuzu. Es el almidón de la raíz de una planta utilizada en la medicina china. Se disuelve 1 cucharada pequeña en agua fría, caldo o zumo de manzana, y luego se hierve a fuego lento, sin dejar de remover, durante 5 minutos hasta que adquiere una consistencia gelatinosa. Tiene un sabor neutro. Ayuda a la microbiota intestinal, alcaliniza y mejora la absorción de nutrientes.
  6. En homeopatía nos podemos ayudar de los siguientes remedios, Podophyllum Peltatum 9CH + Aloe Socotrina 9CH, 2 gránulos de cada remedio, juntos, al ritmo de las deposiciones más importantes. Ir espaciando si se van espaciando las deposiciones.
  7. Buscaremos un buen probiótico en la farmacia o herbolario, para tomar de forma diaria, durante un par semanas, y favorecer la restauración de la microbiota intestinal.

Poco a poco se irá normalizando la cantidad y la frecuencia de las deposiciones. Debemos de entender que la consistencia tarda algo más, y es habitual que el niño/a esté un par de semanas con heces poco consistentes. Paciencia, se irán normalizando!

Si queréis conocer más remedios naturales, os animo a que miréis el taller de botiquín natural en la infancia.

En Senegal, después del Ramadán Musulmán, después de un mes de ayuno se celebra la fiesta Tajabone. Los niños/as salen a la calle a pedir algo así como un ‘aguinaldo’. Es importante ver cómo algunas culturas incorporan el ayuno!