¡Suprimir o no suprimir, esa es la cuestión!

La salud la entendemos como la capacidad de preservar el equilibrio vital de la persona. En este caso la enfermedad la definiríamos como la alteración del equilibrio y sus consecuencias. Cuando el organismo de desequilibra decimos que la enfermedad se expresa, y lo hace por medio del lenguaje de los síntomas y los signos. De forma habitual suprimimos con farmacología estos signos y síntomas. ¿podría tener esto alguna consecuencia a medio o largo plazo?

Existe un cuento en el que un hombre escuchaba de forma persistente el aullido de queja del perro de su vecino. Después de unas horas el hombre subió a ver a su vecino y a entender qué le ocurría al animal. Al preguntarle, su vecino le respondió que su perro se quejaba por tener un clavo justo donde se había sentado. El hombre pregunto a su vecino: – y ¿por qué no se levanta tu perro y se sienta en otro lugar? Con lo que su vecino le contestó: – por qué no le está doliendo lo suficiente!.

Lo lógico sería que el perro se levantara ya que la causa es flagrante. Pero el dolor que provoca el clavo no es lo suficiente para que este perro se levante. Le podríamos dar un calmante y un antiinflamatorio al animal, y seguramente dejaría de aullar, ¿habríamos tratado la causa?

Es un cuento simple y seguro que no se ajusta a la realidad, ya que lo más probable es que un animal y su instinto le lleven a responder al estímulo del dolor.  Existe  el condicionamiento de la indefensión aprendida, donde el perro podría rehuir de algún otro estímulo más desagradable, sosteniendo la molestia del clavo, siendo esta menor.

Los síntomas y signos definen aquello que denominamos enfermedad. La suma de síntomas y signos dan forma a entidades o ‘etiquetas’. Por ejemplo, una gripe es una entidad con una clínica de síntomas característicos (fiebre alta durante días, dolores musculares, inapetencia, malestar general, dolor al tragar, cuadro catarral, etc). El diagnostico se puede establecer a través de la clínica de los síntomas y signos. Habitualmente solemos tratar y enfrentar a las entidades con protocolos generalizados y con el uso de la farmacología, que yo añadiría farmacología supresora. Una gripe la trataríamos con paracetamol o ibuprofeno, pero también encontramos en el mercado, Frenadol, Pharmagrip, Bisolgrip, Couldina o Gelocatil Gripe. Estaríamos tratando el síntoma y no la causa, calmando el dolor, pero sublimando el instinto de movernos al sentir el clavo. ¿Suprimir de forma sistemática los síntomas y signos tiene un precio a medio o largo plazo?

Los signos son expresiones de nuestro cuerpo que podemos medir y objetivar. Un ejemplo es la fiebre, ya que claramente la podemos medir con un termómetro. Los síntomas son subjetivos, y es lo que expresa una persona en relación a su dolor o malestar. Un ejemplo de síntoma sería cuando alguien te explica que tiene un dolor en su cabeza en el lado izquierdo, con una sensación de presión, lo que le provoca desespero y rabia. ¿podemos medir u objetivar este síntoma? No!.

Los bebés no pueden hablar y expresar su malestar de forma ‘analógica’, por lo que se requiere de una madre o padre capaz de entender qué le puede ocurrir. Nos puede ayudar un profesional, pero necesitamos no perder el instinto que como padres y madres disponemos, diseñado para captar las señales que emite el bebé y atenderlas para cubrir sus necesidades.

Los síntomas y signos no son la enfermedad, son la expresión de los recursos propios que dispone el organismo para buscar el equilibrio y preservar la salud. La fiebre la produce el cuerpo con un sentido, al igual que la inflamación, la mucosidad, el vómito, la diarrea, etc. Estamos hablando de patología aguda. De forma sistemática no deberíamos dar a los bebés y niños/niñas fármacos para suprimir sus signos, ya que estaríamos frenando parte de su capacidad propia de adaptación biológica e inmunológica. Estaríamos condicionando nuestro sistema inmunológico, generando indefensión aprendida. La patología aguda infecciosa forma parte del desarrollo de nuestras defensas. La crianza natural intenta preservar los ritmos y recursos propios que disponemos.

Entendemos que los síntomas y signos son molestos, dolorosos, limitantes y generan incerteza y miedo. Parecería lo más lógico encontrar ese fármaco capaz de hacerlos eliminar y continuar con nuestra rutina. Pero debemos de entender que son respuestas propias del cuerpo en un intento de preservar la salud. Nuestra cultura está rehuyendo de la patología aguda por el malestar y la limitación que provocan, pero no nos damos cuenta de que cada vez es más existe la patología crónica. Igual que en cuento, la patología crónica provoca un dolor menos agudo que no nos lleva a movilizarnos, y perdemos la perspectiva de la causa inicial, eso sí, persiste la queja!. Y con la queja podemos buscar otros fármacos para calmar el malestar. Entramos así en un círculo vicioso de farmacología supresora.

La naturopatía y la salud natural atiende los síntomas y signos, no suprimiéndolos! Busca medidas y recursos naturales para modular y regular dichos síntomas, e intenta colaborar con la capacidad propia que dispone el organismo para preservar su salud. Pretender entender las causas y mira de establecer cambios. Debemos de saber que el organismo en condiciones normales, está preparado para adaptarse a los estímulos habituales de su entorno. Requiere que las condiciones sean las favorables y en nuestra responsabilidad como padres y madres está aplicar hábitos saludables. Algunos de esos hábitos son, favorecer una alimentación adecuada, asegurar las condiciones del vínculo con la criatura, evitar un entorno excesivamente aséptico, evitar tóxicos, no suprimir sistemáticamente los signos y síntomas y no excedernos en el uso de la farmacología.

Os animamos a indagar en este tema.