
07 Feb Dolor de garganta, faringoamigdalitis
La inflamación y el dolor de garganta (faringitis o faringoamigdalitis) es un proceso muy habitual en la infancia. Puede suponer una molestia por el dolor que implica, y también hablaríamos de incomodidad, en el caso de que se acompañase el proceso de fiebre. Os quiero mostrar algunas pautas y recomendaciones que podemos tener en cuenta para acompañar y tratar este proceso.
El dolor de garganta y la congestión/inflamación de la faringe es uno de los procesos más comunes en lactantes y en la infancia. En los dos o tres primeros años de vida son frecuentes las infecciones víricas, la gran mayoría cursan con fiebre más o menos intensa. En muchos de esos cuadros febriles consultaremos con nuestro pediatra, y es muy probable que en la exploración, éste nos diga que tiene la garganta roja! Eso no quiere decir que esa sea la causa del proceso infeccioso. Estaríamos ante una faringoamigdalitis si existe dolor e irritabilidad clara al tragar, comer o al beber líquidos (incluso el pecho), la faringe está más roja de lo habitual y vascularizada, puede existir exudado y placas en las mismas amígdalas, así como también ganglios inflamados y palpables alrededor del cuello.
En lactantes, la causa habitual de faringoamigdalitis es vírica, pero existe también la posibilidad de que la causa sea bacteriana. Ante la duda y acogiéndonos a una medicina altamente defensiva, se suele tender a un sobrediagnóstico de Faringoamigdalitis bacteriana, tratándose de forma innecesaria con antibióticos de amplio espectro, penicilina o amoxicilina. Es por eso importante adecuar el diagnóstico (Cots et at, 2015).
Ahora es habitual, que la pediatra ante una faringoamigdalitis con exudado o placas, te haga un test para descartar infección bacteriana por Streptococo. De este modo se estará tratando con antibiótico sólo aquellas faringoamigdalitis de susceptibles a infección bacteriana. El motivo principal de tratar las infecciones bacterianas, es por su asociación a algunas complicaciones, como la Fiebre reumática o el absceso de la amígdala. La fiebre reumática es un proceso poco común en nuestro entorno, que puede afectar entre 0,3-3% de la población, y que depende del tipo de microorganismo, de la persona y de su respuesta inmune (Mosquera y Antón, 2020).
Por tanto, si el pediatra descarta a través del test la causa bacteriana, tan solo tratará el dolor e inflamación con un antiinflamatorio, que suele ser el ibuprofeno. Si existe fiebre, quizás alterne con paracetamol. Se está valorando y tratando que se pueda realizar el test en las farmacias (Strep A).
Os daré indicaciones de algunas diferencias que os pueden ser de guía para orientaros en un proceso vírico o bacteriano:
Características | Virus | Bacteria |
Edad | Suele afectar a < 4 años | Entre 5 y 15 años |
Estacional | Variable | Invierno/primavera |
Inicio | Gradual | Brusco |
Síntomas | Fiebre leve
Dolor leve |
Fiebre alta y brusca
Dolor más intenso |
Otros síntomas | Cuadro catarral
Tos y mocos Conjuntivitis |
Dolor de cabeza
Malestar general intenso Náuseas y vómitos Exantema (rash cutáneo) |
Faringe | Congestiva/roja
Exudado/placas (65%) |
Inflamación importante
Exudado/placas (70%) |
Gánglios | Ausentes, pequeños | Dolorosas y aumento de tamaño |
(Cots et at, 2015)
Por mi parte os quiero compartir el procedimiento que realizamos por una vía natural, y ofreceros algunos remedios caseros. Especialmente en aquellos casos que el proceso es vírico, o en la fase inicial de los procesos bacterianos.
En naturopatía tenemos los oligoelementos, entre los diferentes minerales disponemos del gluconato de cobre, indicado en procesos infecciosos e inflamatorios. En procesos de garganta y cuello, podemos asociar el gluconato de cobre, con el gluconato de Bismuto. Podríamos hacer la siguiente pauta, a partir de los 6 meses, hacia adelante:
2ml de gluconato de Bismuto + 2ml de gluconato de Cobre. En total tendremos 4 ml, que dividiremos en 3 tomas diarias.
Al mismo tiempo, nos podemos ayudar de la homeopatía. Debemos de saber que la homeopatía intenta individualizar, y buscar el/los remedios más adecuados en cada caso. Pero deciros que estos dos remedios los podéis tener en vuestro botiquín, y abarcan un gran número de faringoamigdalitis.
Usaremos la combinación de Belladona 9CH + Mercurius Solubilis 9CH, 2 gránulos de cada remedio, juntos, de 3 a 5 veces al día, en función de la intensidad de los síntomas, e iremos espaciando la pauta conforme vayan mejorando los síntomas.
Otro recurso a utilizar son los gargarismos, realizaremos una infusión de tomillo, caléndula y romero, y se realizarán gárgaras de forma frecuente durante el día. En lactantes y niños más pequeños que no puedan hacer gárgaras, podemos realizar infusión de tomillo y ofrecerles a beber pequeñas cantidades durante el día. En aquellos niños y niñas que sepan hacer gárgaras, por vaso de infusión podemos añadir una cucharada de café de bicarbonato sódico, para realizar los gargarismos.
Irrigar las amígdalas y faringe con spray de tintura de propoleo, puede ser también un buen recurso para calmar las molestias y hacer un efecto protector.
Nuestra alimentación también la tendremos en cuenta en este proceso. Evitaremos alimentos proinflamatorios durante unos días, lácteos y derivados, gluten, azúcares refinados, proteína animal, procesados, productos con aditivos y excesivamente salados. Optaremos por respectar el ayuno terapéutico que suele pedir el cuerpo, los lactantes suelen hacer una monodieta de leche materna, los más grandes pueden hacer licuados, infusiones, sopas, caldos, o cremas de verduras.
En aquellos que más allá de los 3 días persista la fiebre alta, las placas en las amígdalas, ganglios cervicales dolorosos y grandes se deberá consultar al médico, si no se ha consultado antes.
Referencias bibliográficas
Cots, J.M., Alós, J.I.,Bárcena, M.,Boleta, X.,Cañada, J.L.,Gómez, N.,Mendoza, A.,Vilaseca,I y Llor, C (2015). Guía Clínica para el manejo de la faringoamigdalitis aguda del adulto. Farmaceuticos Comunitarios. Vol. 7, 1
Mosquera, J.M., Antón, J (2020). Fiebre reumática y artritis posestreptocócica. Sociedad Española de Reumatología Pediatrica. 2: 295-309